LA ETERNIDAD

La eternidad se encierra en cada vida
porque es eterna en su ocurrencia cada una de nuestras vidas.

Sea breve, como la de un breve aliento en estos días de junio
o extensa, como la de Francisco y Susana.

Sea recordable año tras año, acto tras acto, flor tras flor al pie de un bronce
o, hasta el solo golpe seco y turbador de una fría tapa.

. . .

Al pensarte mujer,
al caminar, soñar y pensarte,

al recordar la tierra sagrada del Masallé,
al hundir una mano en el salitroso lago y guardar tu aroma

y con la derecha, al niño de la playa y a Rocío wichí
hasta el cuerno de la luna elevar

¡estoy  lleno de eternidad
y eternidades!



LA PATRIA

La Patria está donde está la vida
amontonada, pujando siempre y en demasía.

Esto es:
- donde se estudia y se trabaja y en los años viejos, bastón empuñado, donde se sigue la imparable marcha;)

- donde se juega y se ama;
- donde se participa y generosamente se une.

Ahí precisamente,
donde está la vida.

Ahí precisamente,
donde estamos Todos,

que somos muchos,
que no somos todos.



ME ACOSTARÉ

Me acostaré
en tan digna noche sobre el camino

bajo el comienzo y el fin del Universo
con la tierra bendita como lecho y abrigo.

Alzaré robusto las manos veteranas
por pequeñas y pequeños empobrecidos,

invocando astros piadosos,
dioses hacedores, militantes partidos

a cruel nada
y desatino.


. . .

La luna del aljibe
sea testigo



LA TIERRA ENNEGRECE

La Tierra ennegrece en la Noche oscura
y la Vida blanca en la Pobreza negra.

. . .

La Noche oscura acude a la Luna
la eleva del aljibe, la enciende, deja de ser negra.

La Tierra con Ella.
(En alguna casa se oye alguna fiesta).

. . .

La Pobreza negra acude a la esperanza, a los altares, a los señoríos
y sigue siendo negra.

. . .

La Luna, sobre la Noche con alguna fiesta, se desplaza blanca.
Fría, sobre la Pobreza negra.



QUE VAYA MI VERSO

Que vaya mi verso sencillo
elevando partidas almas

en un soleado barquillo
a cielo de justas calmas.

. . .

Y por este vallado mundillo
saltando de valla en valla

que vaya mi verso sencillo
posando flor en metralla.



DEBO ESCRIBIR CUIDADOSO

Debo escribir cuidadoso José,
al acecho,

con el sol prendido
y el lápiz afilado,

en estado de revisión perpetua,
atalaya.

No zarandear en el mismo texto
el renglón con el escrito,

el escrito con el dibujo
-si lo hubiera-.

. . .

La luna blanca
con la luna fría.

La flor
con la metralleta.



LA MUJER POR LA CALLE

La mujer por la calle
de aldaba en aldaba

existía y al no divisar alguna,
puertas, una a una, tocaba.

Elevando su brazo,
la muselina ondeaba y ondeaba

y frente al observador callejero
encendía, llameaba.

En el aire, sus piernas rimadas
con la luna juntaba,

limosneando luego
mientras la tarde de junio migraba

y las puertas, tras la moneda,
una a una alguien cerraba.

. . .

Sobrevive. Se llama “Poesía”.
Va por limosna de aldaba en aldaba.



POR EL PEQUEÑO QUE TRABAJA

Por el pequeño que trabaja y no juega,
por el viejo en catre abandonado,

por la mujer matada
¡golpea Poesía aldabas!

Por el despedido y el muriente,
por el migrante perdido

en tierras agresivas y agresivas
¡golpea Poesía aldabas!

Por las plazas sin rejas,
las fronteras sin muros,

y los ejércitos del mundo armados de jardines
¡golpea Poesía aldabas!

. . .

Por ti misma,
limosnera danzarina,

hasta el cielo quieto
¡golpea Poesía aldabas!



OREJA GIGANTE (a Pelusa)

Oreja gigante,
cuerpo gigante,

trompa gigante,
pata gigante,

en África
y Asia

¡libre y gigante
mi libre elefante!



LA MUJER

La mujer,
parada tras el mostrador,

tenía los ojos marrones
y el último verano,

unas cejas muy finas, los labios paspados
y el último verano.

 . . .

Su madre, detrás, cocinaba.
Su padre olvidaba.

. . .

El mostrador recién lustrado y su ropa recién acomodada
sospechaban una entrada.

La mujer miró.
Con las cejas muy finas,

los labios paspados
y el último verano.



BESÉ LA TIERRA

Besé la TIERRA
como tantos animales,

le di agua del aljibe
semillas silvestres,

mi cuaderno “Tamborcito”
con algunos poemas.

. . .

Miré la Eternidad
y hablé por ELLA.

. . .

Lo hice en el fondo
donde mora el aromo

en un día de junio,
de Carhué, de 2018.



IBA JUAN

Iba Juan cargado de tristezas.
Era Juan una cebolla con mil hojas de tristezas.

En el centro,
bajo las mil hojas y el pericardio de mil animales,

Ana y el hijo naciendo
ascendían.



VAMOS HIJO NUESTRO

Vamos hijo nuestro
que a esta Tierra que abrazo

desde el vientre de mi Ana
y desde mi tórax henchido, vendrás.

. . .

He plantado flores,
he clavado el techo,

he prendido el fuego,
pequeño , pequeño mi pasión verás.



TE ESPERÉ (a Alfredo Bravo)

Te esperé Alfredo Bravo en tu terraza, aquel caluroso enero del 79,
sin designio alguno de molestarte la profunda hora:

- para tu llorar neto ¡prisión y tortura!,
- para a los tuyos embrazar largamente,

- para recorrer cada tiempo y lugar de la nerviosa casa
como otrora cada preciada persona de tus esmeradas aulas,

- para tocar tu título de Maestro de Grado en la pared del viejo escritorio
y tus escritos sobre la CTERA, el Estatuto del Docente, el No al Punto Final, ¡la infinita vida!

. . .

Mi designio, Alfredo, fue sencillo y bien meditado:
conocer de cerca personas, instituciones, pueblos, azucenas y cruces

-militantes insobornables del Bien de Todos-
en donde abrevar eterna mi ¡sí! alelada palabra.

. . .

Sigue
siendo.



REHACIÉNDOME

Rehaciéndome  en el ciclo postrero:
- de las horas largas y los años cortos,

de las evocaciones que traen estas llanuras del orbe
en sus oros y atardeceres,

- de las molestias, tiesuras, flojedades y omisiones
que dominan veterana armadura.

. . .

Rehaciéndome hidalgo de porte y aún de cojeras
en últimas marejadas.

. . .

Rehaciéndome en Carhué, Sancho:
migrante, claro, piadoso y bueno.



DE ORO

De oro sea mi poema nuevo
con el sol de septiembre en él

brillando al abrir su página
como mi camino sobre tu piel.

La miel de tus perfumes
fluya al leerse oro y miel

y el rubio de tus cabellos rubios
vaya rubio a su albo oropel.

. . .

De oro sea mi poema nuevo
del oro tuyo en el ávido papel.



CUANDO NO ESTÁS

Cuando no estás
te escribo.

Voy entre
la pluma,

el papel,
el aire.

Voy entre
longitudes demasiadas.

. . .

Cuando estás
te amo,

sin milímetros,
sin papel.



SÉ DE CARHUÉ

Sé de Carhué, desde los 50,
de mi aromo del fondo que en agosto fiel florece.)

De mis recuerdos en la espalda,
de mis creos en el tórax. Sé.

De que hoy es 13 de junio de 2018
y el frío, hermana que estás en los cielos, no es tan frío como ayer. No entumece.)

De que hay argentinos en la Plaza Roja de Moscú,)
cordilleras de pañuelos verdes en la Plaza del Congreso, que el dólar sube y que anochece.)

. . .

Mas desconozco tantas cosas.
A dónde vamos. No sé.



VERLO EN LA SILLA

Verlo en la silla frente a la ventana
no era sencillo si se era del 50.

Había, en su hosquedad iluminada de a ratos por el farol de la calle ventosa,
90 años de aprender y levantar derribar reparar paredes.

El cuarto humilde pero sólido lo custodiaba:
la mesa con un ajado hule de los sesenta,

la cama revuelta con un cristo diariamente tocado,
dos sillas desdibujadas por el foquito apagado,

un ropero con un espejo ennegrecido,
la tercera silla y él, don Jacinto, otrora sabido albañil del pueblo.

. . .

Verlo en la silla frente a la ventana
iluminado de a ratos por el farol de la calle ventosa no era sencillo si se era como yo del 50.

Era como verse y no verse en la esquina siguiente
bajo el farol titilante de una calle ventosa de la vida.



LA VOZ

La voz es nuestra. (Más,
de los que callan.)

La del grito, del lápiz, de la tecla,
del susurro, del habla cotidiana, del te amo, del pene y la vagina.

. . .

Somos escritores y habladores,
mujeres, hombres, multitudes.

Algunos del papel otros del aire (donde llueve, solea, sopla el viento)
o de la piel y sus adentros.

. . .

Somos escritores y verbosos, esto es, somos a la Vida.
Los hay, del vacío y de la muerte.



HAN DADO SUS HOJAS

Han dado sus hojas a la tierra
en el ritual perenne del otoño

y cual un conjunto ordenado de deidades,
árboles, enredaderas y arbustos

se exponen antígonas
a las primeras crueles heladas.

. . .

Camino sobre esas hojas,
ayer muselinas, algodones y linos del verano.

Un crepitar de leños suaves
me recuerda al hogar de aquella habitación

donde recostaba sobre su falda violeta de sábado.
El sol de este 16 de junio,

estos leños y aquéllos
me alejan de mi Tierra

con inmensa, protectora…
y triste exactitud.



DURANTE

Durante 22.689 noches
he contado estrellas azules de diez puntas.

Desde cada medianoche,
con el vuelo de la lechuza costera coja,

hasta cada primera campanada,
que espantaba a las 15 palomas del negro alero.

Desde el 30 de abril de 1956
hasta ayer, miércoles 13 de junio de 2018.

He contado estrellas azules de diez puntas,
tantas como personas partidas,

como personas únicamente bellas.
Allí están mi hermana y mis padres,

Laura, Ida, Marcelina,
los vecinos únicamente bellos.

. . .

Cuando la noche es clara
chorrean

-como la leche en el viejo hervidor de aluminio-
sobre mi Epecuén de artemias salinas.

                                                                 Carhué, 14 de junio de 2018



POR SOBRE TODAS LAS COSAS (a la libertad latinoamericana)

Por sobre todas las cosas,
¡por sobre las mismas chapas andinas!

Latinoamérica es
sus latinoamericanos, sus tiempos y sus tierras.

. . .
Nos viene desde Acá,
desde Europa y África.

Un Acá encendido por el Caribe
y oxigenado por vientos patagónicos rebeldes.

Un Acá entre dos gigantes Padres Agua
y Malvinas siempre Argentinas.

. . .

Su libertad, ¡Nuestra Libertad!
sigue construyendo como en sagrados ayeres

Derribando muros y rejas,
uniendo y blindando eslabones solidarios,

con la Juana, el José, la Pola y el Simón,
con las Multitudes buenas de las plazas buenas,

con la educación y el trabajo cotidiano:
¡sigue arracimada libertando!



DEJÉ

Dejé
un sábado 27 de noviembre de 1971 de visitarle.

Quedó en un sillón de mimbre por el pasillo del asilo
con una vaquita de San Antonio en la mano izquierda.

Entre dormida
y mirando.

Entre una sombra que estremecía al pasillo
y un hilito de sol zurcido en la falda.

. . .

Esa noche
Boca perdía con River 1 a 3.



ENARBOLADA

Enarbolada y arrojada al futuro
en el patio de escuelas fronterizas, rurales, urbanas.

Callejera, reivindicatoria, jaranera
en marchas de mil dolores, en multitudes gritonas, placeras.

De plástico o de algodón
en ventanas y frentes ciudadanos

Histórica, dadora, ave fénix
en tumbas de Malvinas y aguas del Plata.

. . .

Del paño altivamente sureño de nuestras mismas vidas,
inagotablemente enarbolada:

¡NUESTRA BANDERA!



SE DESEARON

(Se desearon.)
En la calle, un perro escarbó la tierra

caliente de enero.
(Se desearon, en el cuarto y en enero.)

Sobre el perro,
tres flamencos cruzaron el cielo de Epecuén

dejando una estela rosa, blanca y negra.
El animal ladró al verlos.

Las aves rosas, blancas y negras,
tras el sol rubicundo del poniente, se alejaron de toda vista.)

. . .

(Ella, él y el deseo,
de todo cuarto y enero)



GOLPEA MI PUERTA

Golpea mi puerta -alguna mañana si queréis-
despacio.

Abraza mi aromo en agosto, lee mis escritos -si queréis-
despacio.

Ve tras tu gozo y cuando lo asieres habla de él,
intenso y despacio.

Golpea la puerta del otro,
sin urgir, despacio, despacio.

. . .

Seguro, en algún si queréis de la vida,
¡sólo restará abrazarnos!



COMENCÉ A ESCRIBIR

Comencé a escribir
cuando nada existía:

ni el aromo del fondo
ni el pulóver azul de Laura

ni agosto en las ramas del aromo que no existía
ni la tierra eterna  de la plaza de Carhué

ni la Cruz del Sur
y su cruz

ni el 30 de abril de 1950
¡ni tu voz que me existía!

. . .

Era
una época inexistente.

. . .

El lápiz, el papel, la palabra y yo
tampoco existíamos

cuando,
sin embargo y ciertamente,

comencé
a escribir.



AMABA EL CAMINO A EPECUÉN

Amaba el camino a Epecuén.
Sus idas y vueltas, sus días y estrellas.

Sus pasillos cerrados de eucaliptos y pinos,
sus pasillos abiertos blanco-amarillos de lago y sol.

El viejo hotel abandonado, con su grieta y su torre de madera,
donde tantas veces, antes de dormir, subía por el Lucero del alba y la Luna repleta.

El Matadero y el Castillo.
El olor al salitre que ya no sabe en verdad a aquel salitre.

Las tormentas mugidoras venidas de las costas del Masallé,
que llevaban a mi madre asustadiza a cerrar la vista, a cubrir los oídos.

. . .

¿Lo veis?
Ya nada existe.



SOBRE LAS MOTAS DE SOL

Sobre las motas de sol
-en el jardín, en la tarde, en Carhué- siento la paz del buen astro.

Este 20 de junio -grato, feriado, reflexivo-
ayuda.

. . .

Heme cortando el pasto
y al alcanzar aquellos claros la paz del buen astro siento:

tangible como el ruido notorio de la máquina
delgado como el sueño a palomas de los gatos en el soleado tapial.

. . .

Mas siento Siria y Palestina en las motas umbrías.
Clavadas.

. . .

Heme cortando el pasto
disfrutando y desbocado.

Una mariposa descaminada
me acompaña.



LOS RECUERDOS

Los recuerdos me son un sobretodo
viejo y querido.

Llegan del hipocampo abrigándome en este atardecer todo el cuerpo,
con resquicios inevitables, aquí y allá,…

(…en el cuello, en las manos, en las piernas, en un bolsillo roto,
donde el invierno -que hoy ventoso comienza-

se cuela sin dobleces:
frío, ventoso, tal cual es.)

. . .

Los recuerdos me son un sobretodo viejo y querido.
Hoy, también él un recuerdo.



SOY ESE PEZ

Soy ese pez del charco en la tierra
con un océano en la cima del cerro

que va tejiendo alas de charco y tierra
por ese océano en la cima del cerro.



LA VIEJA PALOMA

La vieja paloma desafió a la rama
y en su fino extremo se posó,

titiló el jardín nocturno, entero
y sus blancas alas, dos veces batió.

Volvió el jardín a aquietarse
y en tal fragilidad el ave adormeció.

Soñó : que la rama fuera de acero,
que fuera de acero, suave y bordó,

que no haya gatos por la redonda
ni vejeces ni heladas, soñó y soñó,

que la luna acaricie sus plumas…
y soñando en ello el ave despertó.

. . .

Allá por la Tierra su cuerpo quieto,
tras la helada, la paloma volando vio.



DOBLADILLOS DE PAÑUELOS (a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo)

Dobladillos de pañuelos blancos que se van haciendo,
palabras graves que se van bordando,

telas azules, blancas y azules que se van cosiendo,
pancartas que a listones se van atando.

. . .

Carreteles de hilos girando y girando,
rojos, amarillos, verdes,… por la bella Plaza girando.

Azucena, María, Esther, Licha, Chela, Elena, Chiche,…
¡carreteles de hilos que al pasado, vuelta tras vuelta van reparando!



QUE TENGA

Que tenga 37 billones de células,
que haya contado durante 22.689 noches, estrellas azules de 10 puntas,

que el corazón me haya latido 2.500 millones de veces,
que 1 vez hasta la Luna a Aylan haya elevado,

que haya llorado 680 llantos,
que haya tomado 1.500 pruebas,

que haya caminado, de colegio a colegio, 5 mil cuadras de tierras y cementos,
que haya amado 4 veces bajo 1 sol y 1 luna,

que mi interior me haya guiado por 600 poemas y 12 libros,
que haya escrito y, luego, haya existido,…

son bastantes
que.



BAJO UN LUCERO

Bajo un Lucero encendido sobre el Lago
nos quisimos, mujer, por la vida y lo que fuera;

a un costado de mis palabras y el salitre,
a la derecha de la noche y tu alba cadera.

Eran años atrás y de últimas enaguas
y fue sobre tu enagua abierta, la luz y la hoguera.

El Lago, aún de aguas, sales y barros viejos,
aparcaba la luz del Lucero a la rivera,

en hilachas paralelas, plateadas, temblorosas,
canjeando su fría luz por nuestra hoguera.

. . .

Amaneció el viernes 7 de noviembre de 1969 sobre el Lago bueno,
dorada hizo, una pizca de sol, tu alba cadera.



HAY

Hay en esta maravillosa Tierra
aire en el aire, agua en los mares, sal en Epecuén, justo sol y mil bondades.

Paisajes de Sahara y Amazonia,
de infinitas pampas, de pueblitos, pueblos, Carhué y ciudades.

Vida que sorprende al abrir la ventana
en colores, formas, gritos, texturas, flamencos y raras habilidades.

Seres humanos con situs inversus,
corpulentos, albinos, carhuenses, ministros, fontaneros y diez abades.

. . .

Hay en esta maravillosa Tierra,
una Tierra oscura cruel de empobrecidos y otras oscuras crueldades.



QUÉ HAY PADRE

¿Qué hay padre allende del Masallé?:
¿los aposentos del sol?, ¿el fin del mundo?

¿Qué hay madre más allá del cementerio?:
¿a la derecha el cielo y a la izquierda el infierno?

¿Es la Laguna el centro del Universo?,
¿su origen?, ¿son las estrellas de agua salada hirviente?

La Luna nace, vive, ama y muere en Carhué,
¿dónde nacen, viven, aman y mueren las personas que no son de Carhué?

. . .

¿Qué hay, padres,
más allá de Carhué?



SÓLO SÉ

Sólo sé que sé algo
y ese saber es un creo.

Creo, luego escribo.
Escribo en Carhué, luego existo.



EPECUÉN (a nuestrx compatriota originarix)

Epecuén era de agua,
del agua que llueve en verano:

transparente, necesaria y torrentosa.
Su cuerpo salado y lozano

era para Carhué el sentido del guanaco,
del galope por la pampa en su tobiano.

Él era oscuro, enmarañado y verde,
era la sombra descarada de aquel caldén lejano.

. . .

Sin saber de amores, se buscaban,
cuando el Lucero brillaba lucero y temprano.

Sin saber de poemas, se decían,
con el agua, la piel salada, el verde del caldén y las manos.

. . .

Carhué era verde y de tierra.
Epecuén de agua como la lluvia necesaria de verano.



LA ARGENTINA

La Argentina es su Gente,
arracimada y latinoamericana.

- Sus chicos que a la par crecen, aman, estudian y juegan:
Ailén, Matías, Ariel, Soledad,…

jugando partidos de fútbol en un baldío soleado,
¡hojas verdes y flores rojas del ceibo!

- Sus adultos que a la par aman, trabajan, educan y divierten:
Estela, Víctor, Martín, Elisa,…

en la fábrica, en el aula, en la calle, en la vida,
¡fortaleciendo las ramas, orientando el augusto tronco!

- Sus mayores: Alberto, Carmen, Carlos, Elisa,…
que a la par reposamos de los ajetreos del trabajo cumplido, ¡aumentando y extendiendo las raíces!

- Los que partieron: Alfonsina, Manuel, Ceferino, Juana,…
¡que a la par fecundaron la tierra donde el ceibo señorea!

. . .

Más allá de su Gente, arracimada a la par con su himno, su bandera cielo alba y sus eternas Malvinas,
¡Argentina no es Argentina!



ABRAZARTE

Abrazarte con mi cuerpo en el respiro último o
con la mirada plena de gratitud si mis fuerzas no obedecen.

. . .

Si la vida fue abrazarnos: de a ratos, poco, demasiado,
si el camino fue a la par y de esperarnos,

si de frente nos miramos,
y bajo la Luna y el Sol de Carhué

-distantes o en igual orilla-
hilamos iguales sueños,

. . .

abrazarte con mi cuerpo o
con la mirada grata hasta serme aire,

será, en ese respiro último,
¡mi más perfecto acto!


DESDE EL SILENCIO

Desde el silencio de una cocina
y con el tiempo que silencioso pasa,

(construyendo un universo austero,
un nuevo lugar verde: 

Carhué)
me he vuelto un Hacedor pequeño.

. . .

El aromo del fondo, la luna aljibera,
los caminos del Masallé, la pequeña artemia salina del Epecuén,

mis vecinos, las hojas que caen,
Aylán y Rocío, las metrallas de un mundo,

mis várices y mi sangre escarlata,…
han sido el material de sus estrellas.

. . .

Al apagar la luz,
brillan silenciosas en el techo de la cocina.



ASÍ LA VIDA

Así la vida va por nuestros cuerpos:
lenta y abriéndose en la infancia,

ágil en la consagrada adultez,
fugaz y olvidándose en la postrera circunstancia.

. . .

La lentitud y la agilidad primeras
ofrecen eternidad, libertades y arrogancia,

la fugacidad,
cristal y dependencia.

. . .

Así: presuroso corre el botecito de papel  por el Pigüé hacia el Epecuén.
Así: acucioso este poema hacia su instancia.

Así: mi vida, mi sobretodo, tú,
¡nuestra dependencia y consonancia!



TAHIEL (al pueblo mapuche)

Tahiel no avistó el horizonte.
El lago, el cielo y la tierra pardos eran una continuidad a esa hora difícil de separar.

También en sus ojos. Él y su alazán formaban un extraño y bello caldén
que un rémington podía sin culpas quebrar.

Semidesnudo, horizonte y terroso,
siguió su galope por ese universo ¡tantos soles y lunas uno sólo! pronto a desgajar:

arriba un cielo alambrado para los huincas muertos,
abajo la tierra entera para los huincas vivos y con suerte similar.

. . .

Siguió su galope. La tarde oscura se le metió en el cuerpo.
Salió negra, como una bala de rémington, por su ladeado costillar.



EN ACOSTA ÑU

En Acosta Ñu, Paraguay, Ramón Vera niño degollado murió,
¡y con hilos de plata la Luna piadosa su cuello bordó!

En Bergen Belsen, Alemania, Ana Frank niña de tifus murió,
¡y con papel de plata la Luna piadosa sus tres cuadernos forró!

De Hiroshima, Japón, Sadako Sasaki niña de leucemia murió,
¡y con hojas de plata la Luna piadosa mil grullas formó!

En el Egeo, Turquía,  Aylan Kurdi pequeñito ahogado murió,
¡y con su última plata la Luna piadosa un bote de niño forjó!

. . .

¡Ay!, lunita piadosa de niños y niñas, lunita platera,
¡qué mi magia de hombre piadoso más plata alcanzarte pudiera!



EL UNIVERSO

El Universo no divide, diversifica.
El ser humano -alguno- hace muros,

hace un lado
y el otro.

El Universo se expande, la ciencia lo indica,
surgiendo en la explosión de una estrella lo inimaginable.

El ser humano -alguno- también se expande
y logra poder, gloria y riqueza inimaginables.

Alguno.
Otros nada, nada y nada.

. . .

El Universo sigue.
Muchos, vaya el Universo a saber.



ACERCA DE LA VIDA

Acerca de la vida que es eterna
hasta el instante grave en que

-nunca sabremos por qué-
deja en un frío hospital de serlo.

Acerca de la vida que nos vino
-quién sabe porqué ¡tan bella!-

un instante, que es el nacer,
y que jamás ¡lástima! recordaremos.

Acerca de la vida, de ese navegar
de un barquito de papel por el Pigüé,

que es el navegar, el barquito,
las aguas, la orilla, los vientos,…

Acerca de la vida que es eterna
y mientras persevera, ¡y mientras te veo!

¡tan infinitamente bella!
Acerca de la vida, ¡ciertamente!



SOY HIJO DE VIDAS ANTIGUAS

Soy hijo de vidas antiguas y muy antiguas,
de sus labranzas y estrellas, sus comidas y tierras.

Hay de ellas
en mis deberes y en mis derechos,

en esta mesa donde frugalmente escribo,
en el aromo que plantado hube cierto día.

Hay de ellas en la forma de mis venas,
en el saludo a mis vecinos.

. . .

Y siendo agua que corre de otras aguas,
¡bendigo el extenso río!

. . .

Seré ascendiente -quizás- de otras vidas.
Mis labranzas y estrellas, mis comidas y tierras

habrá -quizás- en ellas.
Las conducirán -quizás- como otras me condujeron.

. . .

Y siendo agua que corre de otras aguas,
antiguas y muy antiguas, bendigo el extenso río.

¡Bendigo
este extenso río!



UNA VENTANA (a Antonio Machado)

Una ventana
en una habitación justa,

una mesa con escritos escolares,
una cama de hierro y colcha amarilla.

Ba
    jan   
         do,       
un zaguán hacia el patio,

un muro cicatrizado por un parral,
unas rejas a Segovia del 20.

. . .

En algún silencio,
pasos y poemas.

. . .

En ese silencio,
Antonio Machado.